Son muchos años los que han pasado desde que empece a creer que el arte era el camino de mi vida, 25 anõs aproximadamente.
He jugado al arte incansablemente. Ha sido mi religión, mi oficio, mi trinchera. Un medio de expresión, de pensamiento, de reflexión.
Ha sido solitario, introspectivo, entrometido y hasta comunitario.
Períodos intimos, secretos de papel y lapiz, solitarios de cámara fotografica, de lienzo, de compu. Ha sido privado, púbilco y hasta político.
Mi sueño es montar la expo completa, la retrospectiva, la que deje claro la voluntad, la decisión, el designio y privilegio de vivir en el sueño, de gozar la libertad creativa luchando la batalla perdida de vivir del arte en un país como el nuestro.
Por eso, el ítulo de esta introducción, morir del arte es lo que queda.
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